Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo II (1908).pdf/134

Esta página no ha sido corregida
— 130 —

<—130entrado, que había oído la pendencia y cuestión, lleno de cólera y de enfado dijo:

—Tan albarda es como mi padre, y el que otra cosa ha dicho ó dijere debe de estar hecho uva.

—Mentís como bellaco, villano, respondió don Quijote, y alzando el lanzón, que nunca le dejaba de las manos, le iba á descargar tal golpe sobre la cabeza, que á no desviarse el cuadrillero, se le dejara allí tendido: el lanzón se hizo pedazos en el suelo, y los demás cuadrilleros, que vieron tratar mal á su compañero, alzaron la voz pidiendo favor á la Santa Hermandad. El ventero, que era de la cuadrilla, entró al punto por su varilla y por su espada, y se puso al lado de sus compañeros: los criados de don Luis rodearon á don Luis, porque con el alboroto no se les fuese; el barbero, viendo la casa revuelta, tornó á asir de su albarda, y lo mismo hizo Sancho: don Quijote puso mano á su espada, y arremetió á los cuadrilleros: don Luis daba voces á sus criados que le dejasen á él, y acorriesen á don Quijote y á Cardenio y á don Fernando, que todos favorecían á don Quijote: el cura daba voces, la ventera gritaba, su hija se afligía, Maritornes lloraba, Dorotea estaba confusa, Luscinda suspensa y doña Clara desmayada. El barbero aporreaba á Sancho, Sancho molía al barbero; don Luis, á quien un criado suyo se atrevió á asirle del brazo porque no se fuese, le dió una puñada que le bañó los dientes en sangre: el oidor le defendía, don Fernando tenía debajo de sus pies á un cuadrillero midiéndole el rpo con ellos muy á su sabor; el ventero tornó á reforzar la voz pidiendo favor á la Santa Hermandad: de modo que toda la venta era llantos, voces, gritos, confusiones,