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con la otra, dándome á entender que se casaría conmigo; y aunque yo me holgaría mucho de que ansí fuera, como sola y sin madre no sabía con quien comunicallo, y así lo dejé estar sin dalle otro favor sino era, cuando estaba mi padre fuera de casa y el suyo también, alzar un poco el lienzo ó la celosía, y dejarme ver toda, de lo que él hacía tanta fiesta, que daba señales de volverse loco.

Llegóse en esto el tiempo de la partida de mi padré, la cual él supo, y no de mí, pues nunca pude decírselo. Cayó malo, á lo que yo entiendo, de pesadumbre, y así el día que nos partimos, nunca pude verle para despedirme dél siquiera con los ojos pero á cabo de dos días que caminábamos, al entrar en una posada en un lugar una jornada de aquí, le ví á la puerta del mesón puesto en hábito de mozo de mulas, tan al natural, que si yo no le trujera tan retratado en mi alma, fuera imposible conocelle. Conocíle, admiréme y alegréme:

él me miró á hurto de mi padre, de quien él siempre se esconde, cuando atraviesa delante de mf en los caminos y en las posadas do llegamos: y como yo sé quien es, y considero que por amor de mi vine á pie y con tanto trabajo, muérome de pesadumbre, y á donde él pone los pies pongo yo los ojos. No sé con qué intención viene, ni cómo ha podido escaparse de su padre, que le quiere estraordinariamente, porque no tiene otro heredero, y porque él lo merece, como lo verá vuestra merced cuando le vea. Y más le sé decir, que todo aquello que canta, lo saca de su cabeza, que he oído decir que es muy grande estudiante y poeta: y hay más, que cada vez que le veo ó le oigo cantar, tiemblo toda y me sobresalto, temerosa de que mi padre le conozca y venga en conocimiento -