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—De los Leones ha de decir vuestra alteza, dijo Sancho, que ya no hay triste figura: el figuro sea el de los Leones.

1 Prosiguió el duque :

—Digo que venga el señor caballero de los Leones á un castillo mío, que está aquí cerca, donde se le hará el acogimiento que á tan alta persona se debe justamente, y el que yo y la duquesa solemos hacer á todos los caballeros andantes que á él llegan.

Ya en esto Sancho había aderezado y cinchado bien la silla á Rocinante, y subiendo en él don Quijote, y el duque en un hermoso caballo, pusieron á la duquesa en medio, y encamináronse al castillo.

Mandó la duquesa á Sancho que fuese junto á ella porque gustaba infinito de oir sus discreciones.

No se hizo de rogar Sancho, entretejióse entre los tres, y hizo cuarto en la conversación con gran gusto de la duquesa y del duque, que tuvieron á gran ventura acoger en su castillo tal caballero andante y tal escudero andado.

CAPITULO XXXI

Que trata de muchas y grandes cosas.

Suma era la alegría que llevaba consigo Sancho viéndose á su parecer en privanza con la duquesa, porque se le figuraba que había de hallar en su castillo lo que en la casa de don Diego y en la de Basilio, siempre aficionado á la buena vida, y así tomaba la ocasión por la melena en esto de regalarse cada y cuando se le ofrecía. Cuenta pues la historia que antes que á la casa de placer ó castillo