Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo III (1908).pdf/52

Esta página no ha sido corregida
— 48 —

en contrario, me está llamando y convidando á que entre en él, y vaya en él á dar socorro á algún caballero, ó á otra necesitada y principal persona, que debe estar puesta en alguna grande cuita; porque éste es estilo de los libros de las historias caballerescas, y de los encantadores que en ellas se entremeten y platican, cuando algún caballeroestá puesto en algún trabajo, que no puede ser librado dél sino por la mano de otro caballero, puesto que estén distantes el uno del otro dos ó tres mil leguas y aún más, ó le arrebatan en una nube, ó le deparan un barco donde se entre, y en menos de un abrir y cerrar de ojos le llevan ó por los aires ó por la mar donde quieren y adonde es menester su ayuda: así que, oh Sancho, este barco está puesto aquí para el mesmo efecto; y esto es tan verdad como ahora es de día, y antes que éste se pase ata juntos al rucio y á Rocinante, y á la mano de Dios que nos guíe, que no dejaré de embarcarme si me lo pidiesen frailes descalzos.

—Pues así es, respondió Sancho, y vuesa mereed quiere dar á cada paso en estos, que no sé si los llame disparates, no hay sino obedecer y bajar la cabeza atendiendo al refrán: Haz lo que tu amo te manda, y siéntate con él á la mesa; pero con todo esto, por lo que toca al descargo de mi conciencia, quiero advertir á vuesa merced que á mí me parece que este tal barco no es de los encantados, sino de algunos pescadores deste río, porque en él se pescan las mejores zabogas del mundo.

Esto decía mientras ataba las bestias Sancho, dejándolas á la protección y amparo de los encantadores con harto dolor de su ánima. Don Quijote le dijo que no tuviese pena del desamparo de aque-