Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo III (1908).pdf/428

Esta página no ha sido corregida
— 424 —

chiller, que sanase de su locura, que esta era la intención que le había movido á hacer aquellas transformaciones, por cosa de lástima que un hidalgo tan bien entendido como don Quijote fuese loco. Con esto se despidió del duque, y se volvió á su lugar, esperando en él á don Quijote, que tras él vénía. De aquí tomó ocasión el duque de hacerle aquella burla: tanto era lo que gustaba de las cosas de Sancho y de don Quijote, y haciendo tomar los caminos cerca y lejos del castillo por las partes que imaginó que podría volver don Quijote, con muchos criados suyos de á pie y de á caballo, para que por fuerza ó de grado le trajesen al castillo, si le hallasen. Halláronle, dieron aviso al duque, el cual ya prevenido de todo lo que había de hacer, así omo tuvo noticia de su llegada, mandó encender las hachas y las luminarias del patio, y poner á Altisidora sobre el túmulo, con todos los aparatos que se han contado, tan al vivo y tan bien hechos, que de la verdad á ellos, había bien poca diferencia: y dice más Cide Hamete, que tiene para sí ser tan locos los burladores como los burlados, y que no estaban los duques dos dedos de parecer tontos, pues tanto ahinco ponían en burlarse de dos tontos; á los cuales el uno durmiendo, á sueño suelto, y el otro velando á pensamientos desatados, les tomó el día y la gana de levantarse que las ociosas plumas, ni vencido ni vencedor, jamás dieron gusto á don Quijote. Altisidora (en la opinión de don Quijote, vuelta de muerte á vida), siguiendo el humor de sus señores, coronada con la misma girnalda que en el túmulo tenía, y vestida una tunicela de tafetán blan sembrada de flores de oro, y sueltos los cabellos por las espaldas, arrimada á un bácu-