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fué vencido y derribado por don Quijote, cuyo vencimiento y caída borró y deshizo todos sus designios, quiso volver á probar la mano, esperando mejor suceso que el pasado: y asi, informándose del paje que llevó la carta y presente á Teresa Panza, mujer de Sancho, adonde don Quijote quedaba, buscó nuevas armas y caballo, y puso en el escudo la blanca luna, llevándolo todo sobre un macho, á quien guiaba un labrador, y no Tomé Cecial, su antiguo escudero, porque no fuese conocido de Sancho ni de don Quijote. Llegó pues al castillo del duque, que le informó el camino y derrota que don Quijote llevaba, con intento de hallarse en las justas de Zaragoza. Díjole asimismo las burlas que le había hecho con la traza del desencanto de Dulcinea, que había de ser á costa de las posaderas de Sancho. En fin, dió cuenta de la burla que Sancho había hecho á su amo, dándole á entender que Dulcinea estaba encantada y transformada en labradora, y como la duquesa su mujer había dado á entender á Sancho que él era el que se engañaba, porque verdaderamente estaba encantada Dulcinea, de que no poco se rió y admiró el bachiller, considerando la agudeza y simplicidad de Sancho, como del estremo de la locura de don Quijote. Pidióle el duque que si le hallase, y le venciese ó no, se volviese por allí á darle cuenta del suceso. Hízolo así el bachiller: partiósa en su busca, no le halló en Zaragoza, pasó adelante, y sucedióle lo que queda referido. Volvióse por el castillo del duque, y contóselo todo, con las condiciones de la batalla, y que ya don Quijote volvía á cumplir como buen caballero andante la palabra de retirarse un año en su aldea; en el cual tiempo podía ser, dijo el ba-