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Entraron en el patio principal del castillo, y viéronle aderezado y puesto de manera que les acrecentó la admiración y les dobló el miedo, como se verá en el siguiente capítulo.

CAPITULO LXIX

Del más raro y más nuevo suceso que en todo el discurso desta grande historia avino á don Quijote.

Apeáronse los de á caballo, y junto con los de á pie, tomando en peso y arrebatadamente á Sancho y á don Quijote los entraron en el patio, alrededor del cual ardían casi cien hachas puestas en sus blandones, y por los corredores del patio más de quinientas luminarias, de modo que á pesar de la noche, que se mostraba algo escura, no se echaba de ver la falta del día. En medio del patio se levantaba un túmulo como dos varas del suelo, cubierto todo con grandísimo dosel de terciopelo negro, alrededor del cual por sus gradas ardían velas de cera blanca sobre más de cien candeleros de plata, encima del cual túmulo se mostraba un cuerpo muerto de una tan hermosa doncella, que hacía parecer con su hermosura hermosa á la misma muerte. Tenía la cabeza sobre una almohada de brocado, coronada con una guirnalda de diversas