Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo III (1908).pdf/413

Esta página no ha sido corregida
— 409 —

409— to de no tocarme jamás al pelo del sayo, no que al de mis carnes.

¡Oh alma endurecida! ¡Oh escudero sin piedad! ¡Oh pan mal empleado y mercedes mal consideradas las que te he hecho y pienso hacerte !

Por mí te has visto gobernador, y por mí te ves con esperanzas propincuas de ser conde ó tener otro título equivalente, y no tardará el cumplimiento dellas más de cuanto tarde en pasar este año que yo «pos tenebras spero lucem.» —No entiendo eso, replicó Sancho; sólo entiendo que en tanto que duermo, ni tengo temor, ni esperanza, ni trabajo, ni gloria; y bien haya el que inventó el sueño, capa que cubre todos los humanos pensamientos, manjar que quita la hambre, agua que ahuyenta la sed, fuego que calienta el frío, frío que templa el ardor, y finalmente moneda ge'neral con que todas las cosas se compran, balanza y peso que iguala al pastor con el rey, y al simple con el discreto. Sola una cosa tiene mala el sueño, según he oído decir, y es que se parece á la muerte, pues de un dormido á un muerto hay poca diferencia.

—Nunca te he oído hablar, Sancho, dijo don Quijote, tan elegantemente como ahora, por donde vengo á conocer ser verdad el refrán que tú algunas veces sueles decir: No con quien naces, sino con quien paces.

— A pesia tal! replicó Sancho, señor nuestro amo, no soy yo ahora el que ensarta refranes, que también á vuesa merced se le caen de la boca de dos en dos mejor que á mí, sino que debe de haber entre los míos y los suyos esta diferencia: que los de vuesa merced vendrán á tiempo y los míos á deshora; pero en efecto todos son refranes.