Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo III (1908).pdf/41

Esta página no ha sido corregida
— 37 —

porque ignoraba que sólo Vellido Dolfos había cometido la traición de matar á su rey, y así retó á todos, y á todos tocaba la venganza y la respuesta ; aunque bien es verdad que el señor don Diego anduvo algo demasiado, y aun pasó muy adelante de los límites del reto, porque no tenía para qué retar á los muertos, á las aguas, ni á los panes, ni á los que estaban por nacer, ni á las otras menudencias que allí se declaran; pero vaya, pues cuando la cólera sale de madre, no tiene la lengua padre, ayo ni freno que la corrija. Siendo pues esto así, que uno solo no puede afrentar á reino, provincia, ciudad, república, ni pueblo entero, queda en limpio que no hay para qué salir á la venganza del reto de tal afrenta, pues no lo es: porque bueno sería que se matasen á cada paso los del pueblo de la reloja con quien se lo llama, ni los cazoleros, berenjeneros, ballenatos, jaboneros, ni los de otros nombres y apellidos, que andan por ahí en boca de los muchachos y de gente poco más ó menos:

bueno sería por cierto que todos estos insignes pueblos se corriesen y vengasen, y anduviesen continuo hechas las espadas sacabuches á cualquier pendencia por pequeña que fuese. No, no, ni Dios lo permita ó quiera: los varones prudentes, las repúblicas bien concertadas por cuatro cosas han de tomar las armas, y desenvainar las espadas, y poner á riesgo sus personas, vidas y hacienda. La primera, por defender la fé católica; la segunda, por defender su vida, que es de ley natural y divina; la tercera en defensa de su honra, de su familia y hacienda; la cuarta en servicio de su rey en la guerra justa; y si le quisiésemos añadir la quinta (que se puede contar por segunda), es en defensa de su patria. A estas cinco causas como