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verdaderamente creyeron que estos eran los verdaderos don Quijote y Sancho, y no los que describía su autor aragonés. Madrugó don Quijote, y dando golpes al tabique del otro aposento, se despidió de sus huéspedes. Pagó Sancho al ventero magníficamente, y aconsejóle que alabase menos la provisión de su venta, ó la tuviese más proveída.

CAPITULO LX

De lo que sucedió á don Quijote yendo á Barcelona.

Era fresca la mañana, y daba muestras de serlo asimesmo el día en que don Quijote salió de la venta, informándose primero cuál era el más derecho camino para ir á Barcelona sin tocar en Zaragoza tal era el deseo que tenía de sacar mentiroso al historiador, que tanto decían que le vituperaba. Sucedió pues que en más de seis días no le sucedió cosa digna de ponerse en escritura al cabo de los cuales, yendo fuera de camino, le tomó la noche entre unas espesas encinas ó alcornoques, que en esto no guarda la puntualidad Cide Hamete que en otras cosas suele. Apeáronse de sus bestias amo y mozo, y acomodándose á los troncos de los árboles, Sancho, que había merendado aquel día se dejó entrar de rondón por las puer-