Melisendra era Melisendra, don Gaiferos don Gaiferos, Marsilio Marsilio, y Carlomagno Carlomagno; por eso se me alteró la cólera, y por cumplir con mi profesión de caballero andante quise dar ayuda y favor á los que huían y con este buen propósito hice lo que habéis visto: si me ha salido al revés, no es culpa mía, sino de los malos que me persiguen; y con todo esto deste mi yerro, aunque no ha procedido de malicia, quiero yo mismo condenarme en costas: vea maese Pedro lo que quiere por las figuras deshechas, que yo me ofrezco á pagárselo luego en buena y corriente moneda caste llana.
Inclinósele maese Pedro, diciéndole:
—No esperaba yo menos de la inaudita cristian dad del valeroso don Quijote de la Mancha, verdadero socorredor y amparo de todos los necesitados y menesterosos vagabundos; y aquí el señor ventero y el gran Sancho serán medianeros y apreciadores entre vuesa merced y mí de lo que valen ó podían valer las ya deshechas figuras.
El ventero y Sancho dijeron que así lo harían, y luego maese Pedro alzó del suelo con la cabeza menos al rey Marsilio de Zaragoza, y dijo:
—Ya se ve cuán imposible es volver á este rey á su sér primero, y así me parece, salvo mejor juicio, que se me dé por su muerte, fin y acabamiento cuatro reales y medio.
—Adelante, dijo don Quijote.
—Pues por esta abertura de arriba á bajo, prosiguió maese Pedro, tomando en las manos al partido emperador Carlomagno, no sería mucho que pidiese yo cinco reales y un cuartillo.
—No es poco, dijo Sancho.