Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo III (1908).pdf/285

Esta página no ha sido corregida
— 281 —

cosa que puso mustia la alegría que hasta allí habían mostrado. De cuando en cuando juntaba alguno su mano derecha con la de Sancho, y decía:

Español y tudesqui tuto uno bon compaño; y Sancho respondía: Bon compaño jura Dí, y disparaba con una risa que le duraba una hora, sin acordarse entonces de nada de lo que le había sucedido en su gobierno, porque sobre el rato y tiempo cuando se come y bebe, poca jurisdicción suelen tener los cuidados. Finalmente, el acabárseles el vino fué principio de un sueño que dió á todos, quedándose dormidos sobre las mismas mesas y manteles: solos Ricote y Sancho quedaron alerta, porque habían comido más y bebido menos; y apartando Ricote á Sancho se sentaron al pie de una haya, dejando á los peregrinos sepultados en dulce sueño; y Ricote, sin tropezar nada en su lengua morisca, en la pura castellana le dijo las siguientes razones:

—Bien sabes, oh Sancho Panza, vecino y amigo mío, como el pregón y bando que su majestad mandó publicar contra los de mi nación, puso terror y espanto en todos nosotros: á lo menos en mí le puso de suerte que me parece que antes del tiempo que se nos concedía para que hiciésemos ausencia de España, ya tenía el rigor de la pena ejecutado en mi persona y en la de mis hijos. Ordené pues á mi parecer como prudente (bien así como el que sabe que para tal tiempo le han de quitar la casa donde vive, y se provee de otra donde mudarse), ordené, digo, de salir yo solo sin mi familia de mi pueblo, y ir á buscarla donde llevarla con comodidad, y sin la priesa con que los demás salieron; porque bien ví y vieron todos nuestros ancianos, que aquellos pregones no eran sólo amena.