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ron de golpe en el aposento, y acribillaron á don Quijote, y vapularon á la dueña del modo que queda contado; porque las afrentas que van derechas contra la hermosura y presunción de las mujeres, despiertan en ellas en gran manera la ira, y encienden el deseo de vengarse. Contó la duquesa al duque lo que había pasado, de lo que se holgó mucho, y la duquesa, persiguiendo con su intención de burlarse y recibir pasatiempo con don Quijote, despachó al paje que había hecho la figura de Dulcinea en el concierto de su desencanto, que tenía bien olvidado Sancho Panza, con la ocupación de su gobierno, á Teresa Panza su mujer, con la carta de su marido y con otra suya, y con una gran sarta de corales ricos presentados. Dice pues la historia que el paje era muy discreto y agudo, y con deseo de servir á sus señores partió de muy buena gana al lugar de Sancho, y antes de entrar en él vió en un arroyo estar lavando cantidad de mujeres, á quienes preguntó si le sabrían decir si en aquel lugar vivía una mujer llamada Teresa Panza, mujer de un cierto Sancho Panza, escudero de un caballero llamado don Quijote de la Mancha; á cuya pregunta se levantó en pie una mozuela que estaba lavando y dijo:

F —Esa Teresa Panza es mi madre, y ese tal Sancho mi señor padre, y el tal caballero nuestro amo.

—Pues venid, doncella, dijo el paje, y mostradme á vuestra madre, porque le traigo una carta y un presente del tal vuestro padre.

—Eso haré yo de muy buena gana, señor mío, respondió la moza que mostraba ser de edad de catorce años, poco más ó menos, y dejando la ropa que lavaba á otra compañera, sin tocarse ni calzar-