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acuerdo, diez y seis años, cinco meses y tres días, uno más o menos. En resolución, desta mi muchacha se enamoró un hijo de un labrador riquísimo, que está en una aldea del duque mi señor, no muy lejos de aquí. En efecto, no sé cómo ni cómo no, ellos se juntaron, y debajo de la palabra de ser su esposo burló á mi hija, y no se la quiere cumplir: y aunque el duque mi señor lo sabe, porque yo me he quejado á él, no una sino muchas veces, y pedido le mande que el tal labrador se case con mi hija, hace orejas de mercader, y apenas quiere oirme; y es la causa que como el padre del burlador es tan rico, y le presta dineros, y le sale por fiador de sus trampas por momentos, no le quiere descontentar ni dar pesadumbre en ningún modo. Querría pues, señor mío, que vuesa merced tomase á cargo el deshacer este agravio, ó ya por ruegos, ó ya por armas, pues según todo el mundo dice, vuesa merced nació en él para deshacerlos y para enderezar los tuertos y amparar los miserables; y póngasele á vuesa merced por delante la orfandad de mi hija, su gentileza, su mocedad, con todas las buenas partes que he dicho que tiene, que en Dios y en mi conciencia que de cuantas doncellas tiene mi señora, que no hay ninguna que llegue á la suela de su zapato; y que una que llaman Altisidora, que es la que tienen por más desenvuelta y gallarda, puesta en comparación de mi hija no la llega con dos leguas; porque quiero que sepa vuesa merced, señor mío, que no es todo oro lo que reluce, porque esa Altisidorilla tiene más de presunción que de hermosura, y más de desenvuelta que de recogida: además que no está muy sana, que tiene un cierto aliento cansado, que no