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—Si el patio es espeso y del demonio, dijo Sancho, sin duda debe de ser muy sucio patio, ¿pero de qué provecho le es al tal maese Pedro tener esos patios?

1 —No me entiendes, Sancho: no quiero decir, sino que debe de tener hecho algún concierto con el demonio, de que infunda esa habilidad en el mono con que gane de comer, y después que esté rico le dará su alma, que este universal enemigo pretende; y haceme creer esto el ver que el mono no responde sino á las cosas pasadas ó presentes, y la sabiduría del diablo no se puede estender á más que las por venir no las sabe si no es por conjeturas, y no todas veces, que á solo Dios está reservado conocer los tiempos y los momentos, y para él no hay pasado ni porvenir, que todo es presente, y siendo esto así, como lo es, está claro que este mono habla con el estilo del diablo, y estoy, maravillado como no le han acusado al Santo Oficio, y examinándole, y sacádole de cuajo en virtud de quién adivina; porque cierto está que este mono no es astrólogo, ni su amo ni él alzan ni saben alzar estas figuras que llaman judiciarias, que tanto ahora se usan en España, que no hay mujercilla, ni paje, ni zapatero de viejo que no presuma de alzar una figura, como si fuera una sota de naipes, del suelo, echando á perder con sus mentiras é ignorancias la verdad maravillosa de la ciencia. De una señora sé yo que preguntó á uno de estos figureros, que si una perrilla de falda pequeña que tenía, si se empreñaría y pariría, y cuántos y de qué color serían los perros que pariese. A lo que el señor judiciario, (después de haber alzado la figura,) respondió que la perrica se empreñaría, y pariría tres perricos, el uno verde, el otro encarnado y el