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nos, y el diablo que no duerme, como es amigo de sembrar y derramar rencillas y discordia por doquiera, levantando caramillos en el viento y grandes quimeras de nonada, ordenó é hizo que las gentes de los pueblos en viendo á alguno de nuestra aldea rebuznasen, como dándoles en rostro con el rebuzno de nuestros regidores. Dieron en ello los muchachos, que fué dar en manos y en bocas de todos los demonios del infierno, y fué cundiendo el rebuzno de uno en otro pueblo, de manera que son conocidos los naturales del pueblo del rebuzno, como son conocidos y diferenciados los negros de los blancos: y ha llegado á tanto la desgracia desta burla, que muchas veces con mano armada y formado escuadrón han satido contra los burladores los burlados á darse la batalla, sin poderlo remediar rey ni roque, ni temor ni vergüenza. Yo creo que mañana, ó esotro día han de salir en campaña los de mi pueblo, que son los del rebuzno, contra otro lugar que está á dos leguas del nuestro, que es uno de los que más nos persiguen, y por salir bien apercebidos llevo compradas estas lanzas y alabardas que habéis visto. Y estas son las maravillas que dije que os había de contar, y si no os lo han parecido, no sé otras; y con esto dió fin á su plática el buen hombre; y en esto entró por la puerta de la venta un hombre todo vestido de camuza, medias, gregüesco y jubón, y con voz levantada dijo:

—Señor huésped, ¿hay posada? que viene aquí el mono adivino y el retablo de la libertad de Melisendra.

—Cuerpo de tal, dijo el ventero, que aquí está el señor maese Pedro; buena noche se nos apare₁a; olvidábaseme de decir como el tal maese Pe-