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rres hasta ahora no sabemos que haya subido alguno en él. De allí le ha sacado Malambruno con sus artes, y le tiene en su poder, y se sirve dél en sus viajes, que los hace por momentos en diversas partes del mundo, y está hoy aquí y otro día en Potosí: y es lo bueno, que el tal caballo ni come ni duerme, ni gasta herraduras, y lleva un portante por los aires sin tener alas, que el que lleva encima puede llevar una taza llena de agua en la mano sin que se le derrame gota, según camina llano y reposado, por lo cual la linda Magalona se holgaba mucho de andar caballera en él.

A esto dijo Sancho:

—Para andar reposado y llano mi rucio, puestc que no anda por los aires, pero por la tierra yo le cutiré con cuantos portantes hay en el mundo.

Riéronse todos, y la Dolorida prosiguió:

1 —Y este tal caballo, (si es que Malambruno quiere dar fin á nuestra desgracia) antes que sea media hora entrada la noche estará en nuestra presencia, porque él me significó que la señal que me daría por donde yo entendiese que había hallado el caballo que buscaba, sería enviarme el caballo donde fuese con comodidad y presteza.

—¿Y cuántos caben en ese caballo? preguntó Sancho.

La Dolorida respondió:" —Dos personas, la una en la silla y la otra en las ancas, y por la mayor parte estas tales dos personas son caballero y escudero, cuando falta alguna robada doncella.

—Querría yo saber, señora Dolorida, dijo Sancho, qué nombre tiene ese caballo.

—El nombre, respondió la Dolorida, no es como el caballo de Belerofonte, que se llamaba Pe