Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo III (1908).pdf/100

Esta página no ha sido corregida
— 96 —

pero, señora, no por esto será bien que vuestra bondad me tenga por malévolo, pues no está obligado un porro como yo á taladrar los pensamientos y malicias de los pésimos encantadores; yo fingí aquello por escaparme de las riñas de mi se—, ñor don Quijote, y no con intención de ofenderle; y si ha salido al revés, Dios está en el cielo, que juzga los corazones.

Así es la verdad, dijo la duquesa; pero dígame agora Sancho, qué es esto que dice de la cueva de Montesinos, que gustaría saberlo.

Entonces Sancho Panza le contó punto por punto lo que queda dicho acerca de la tal aventura.

Oyendo lo cual la duquesa dijo:

—Deste suceso se puede inferir que pues el gran don Quijote dice que vió allí á la mesma labradora que Sancho vió á la salida del Toboso, sin duda es Dulcinea, y que andan por aquí los encantadores muy listos y demasiadamente curioSOS .

—Eso digo yo, dijo Sancho Panza, que si mi señora Dulcinea del Toboso está encantada, su daño será, que yo no me tengo de tomar con los enemigos de mi amo, que deben de ser muchos y malos:verdad sea que la que yo ví fué una labradora, y por labradora la tuve, y por tal labradora la juzgué; y si aquella era Dulcinea no ha de estar á mi cuenta ni ha de correr por mí, ó sobre ello morena. No sino ándese á cada triquete conmigo á dime y direte, Sancho lo dijo, Sancho lo hizo, Sancho tornó y Sancho volvió, como si Sancho fuese algún quienquiera, y no fuese el mismo Sancho Panza, el que anda ya en libros por ese mundo adelante, según me dijo Sansón Carrasco, que por lo menos es persona bachillerada por Sa-