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Primera parte de don

de los caualleros andantes, eſſo del no quexarſe. No ſe dexò de reyr don Quixote de la ſimplicidad de ſu eſcudero, y aſsi le declarò que podia muy bien quexarſe, como, y quando quiſieſſe, ſin gana, ò con ella, que haſta entonces no auia leydo coſa en contrario en la orden de caualleria. Dixole Sancho, que miraſſe que era hora de comer. Reſpondiole ſu amo, que por entonces no le hazia meneſter, que comieſſe el quando ſe le antojaſſe. Con eſta licencia ſe acomodò Sancho lo mejor que pudo ſobre ſu jumento, y ſacando de las alforjas lo que en ellas auia pueſto, yua caminando, y comiendo detras de ſu amo, muy de eſpacio, y de quando en quando empinaua la bota con tanto guſto, que le pudiera embidiar el mas regalado bodegonero de Malaga. Y en tanto que el yua de aquella manera menudeando tragos, no ſe le acordaua de ninguna promeſſa que ſu amo le huuieſſe hecho, ni tenia por ningun trabajo, ſino por mucho deſcanſo, andar buſcando las auenturas, por peligroſas que fueſſen. En reſolucion, aquella noche la paſſaron entre vnos arboles, y del vno dellos deſgajô don Quixote vn ramo ſeco, que caſi le podia ſeruir de lança, y puſo en el el hierro q̃ quitò de la que ſe le auia quebrado. Toda aquella noche no durmio don Quixote, penſando en ſu ſeñora Dulcinea, por acomodarſe a lo que auia leydo en ſus libros, quando los caualleros paſſauan ſin dormir muchas noches en las floreſtas, y deſpoblados, entretenidos con las memorias de ſus ſeñoras. No la paſsò aſsi Sancho Pança, que como tenia el eſtômago lleno, y no de agua de chicoria, de vn ſueño ſe la lleuò toda, y no fueran parte para deſpertarle (ſi ſu amo no le llamara) los rayos del ſol que le dauan en el roſtro, ni el canto de las aues, que muchas, y muy regozijadamente la venida del nueuo dia ſaludauan: Al leuantarſe dio vn tiento a la bota, y hallola algo mas flaca que la noche antes, y afligioſe el coraçon, por parecerle que no