á las endiabladas y rebueltas razones de ſu autor, quemara con ellos al padre que me engendró, ſi anduuiera en figura de cauallero andante. De eſſe parecer ſoy yo, dixo el barbero: y aun yo, añadio la ſobrina. Pues aſsi es, dixo el ama, vengan, y al corral con ellos. Dieronſelos, que eran muchos, y ella ahorrò la eſcalera, y dio con ellos por la ventana à baxo. Quien es eſſe tonel, dixo el Cura. Eſte es, reſpondio el barbero, don Oliuante de Laura. El autor deſſe libro, dixo el Cura, fue el meſmo que compuſo à Iardin de Flores, y en verdad que no ſepa determinar, qual de los dos libros es mas verdadero, ô por dezir mejor, menos mentiroſo, ſolo ſe dezir, que eſte yrà al corral, por diſparatado, y arrogante. Eſte que ſe ſigue, es Floriſmarte de Hircania, dixo el barbero. Ai eſtâ el ſeñor preſto en el corral, â peſar de ſu eſtraño nacimiento, y ſoñadas auenturas, que no da lugar à otra coſa la dureza, y ſequedad de ſu eſtilo. Al corral cõ el, y con eſſotro, ſeñora ama. Que me plaze ſeñor mio, reſpondia ella, y con mucha alegria executaua lo que le era mandado. Eſte es el cauallero Platir, dixo el barbero. Antiguo libro es eſſe, dixo el Cura, y no hallo en el coſa que merezca venia: acompañe â los demas ſin replica, y aſsi fue hecho. Abrioſe otro libro, y vieron que tenia por titulo, el Cauallero de la Cruz. Por nombre tan ſanto como eſte libro tiene, ſe podia perdonar ſu ignorancia, mas tambien ſe ſuele dezir, tras la Cruz eſtà el diablo, vaya al fuego. Tomando el barbero otro libro, dixo: Eſte es Eſpejo de cauallerias. Ya conozco â ſu merced, dixo el Cura, ay anda el ſeñor Reynaldos de Moltaluan, con ſus amigos, y compañeros, mas ladrones que Caco, y los doze Pares con el verdadero hiſtoriador Turpin, y en verdad que eſtoy por condenarlos no masque à deſtierro perpetuo, ſiquiera porque tienen parte de la inuencion del famoſo Mateo Boyardo, de donde
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Primera parte de don