cayda con Rozinante ſu cauallo, combatiendoſe cõ diez Iayanes, los mas deſaforados, y atreuidos, que ſe pudierã fallar en gran parte de la tierra. Ta, ta, dixo el Cura, Iayanes ay en la dança, para mi ſantiguada, que yo los queme mañana antes que llegue la noche. Hizieronle â dõ Quixote mil preguntas, y à ninguna quiſo reſponder otra coſa, ſino que le dieſſen de comer, y le dexaſſen dormir, que era lo q̃ mas le importaua. Hizoſe aſsi, y el Cura ſe informô muy á larga del labrador, del modo que auia hallado à don Quixote: el ſe lo contò todo, con los diſparates que al hallarle, y al traerle auia dicho, que fue poner mas deſſeo en el Licenciado, de hazer lo que otro dia hizo, que fue llamar á ſu amigo el Barbero Maeſſe Nicolas, con el qual ſe vino a caſa de don Quixote.
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L Qual aun toda via dormia. Pidio las llaues â la ſobrina del apoſento, donde eſtauan los libros, autores del daño, y ella ſe las dio de muy buena gana: entraron dentro todos, y la ama con ellos, y hallaron mas de cien cuerpos de libros grandes muy bien enquadernados, y otros pequeños: y aſsi como el ama los vio, boluioſe â ſalir del apoſento con gran prieſſa, y tornò luego con vna eſcudilla de agua bendita, y vn hiſopo, y dixo: Tome vueſtra merced ſeñor Licenciado, rozie eſte apoſento, no eſté aqui algun encantador de los muchos que tienen eſtos libros, y nos encanten, en pena de la que les queremos dar, echandolos del mundo. Cauſó riſa al Licenciado la ſimplicidad del alma, y mandó al Barbero que le fueſſe dando de aquellos libros vno â vno, para ver de que tratauan, pues podia ſer hallar al-