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Primera parte de don

cia: pero el labrador aguardò â que fueſſe algo mas noche, porque no vieſſen al molido hidalgo tan mal cauallero. Llegada pues la hora que le parecio, entrò en el pueblo, y en la caſa de don Quixote, la qual hallò toda alborotada, y eſtauan en ella el Cura, y el barbero del lugar, que eran grandes amigos de don Quixote, que eſtaua diziendoles ſua ama â vozes: Que le parece à vueſtra merced, ſeñor Licenciado Pero Perez (que aſsi ſe llamaua el Cura) de la deſgracia de mi ſeñor, ſeys dias ha que no parecen el ni el rozin, ni la adarga, ni la lança, ni las armas: deſuenturada de mi, que me doy à entender, y aſsi es ello la verdad: como naci para morir, que eſtos malditos libros de cauallerias que el tiene, y ſuele leer tan de ordinario, le han buelto el juyzio, que aora me acuerdo auerle oydo dezir muchas vezes, hablando entre ſi, que queria hazerſe cauallero andante, è yrſe â buſcar las auenturas por eſſos mundos. Encomendados ſean à Satanas, y â Barrabas tales libros, que aſsi han echado à perder el mas delicado entendimiento que auia en toda la Mancha. La ſobrina dezia lo meſmo, y aun dezia mas: Sepa ſeñor Maeſſe Nicolas, (que eſte era el nombre del barbero,) que muchas vezes le acontecio à mi ſeñor tio, eſtarſe leyendo en eſtos deſalmados libros de deſuenturas dos dias con ſus noches, al cabo de los quales, arrojaua el libro de las manos, y ponia mano à la eſpada, y andaua à cuchilladas con las paredes, y quando eſtaua muy canſado, dezia que auia muerto á quatro Gigantes como quatro torres, y el ſudor que ſudaua del canſacio, dezia que era ſangre de las feridas que auia recebido en la batalla, y beuiaſe luego vn gran jarro de agua fria, y quedaua ſano y ſoſſegado, diziendo que aquella agua era vna precioſiſsima beuida, que le auia traydo el ſabio Eſquife, vn grande encantador y amigo ſuyo: