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Primera parte de don

llegaua cauallero al caſtillo. Pero como vio que ſe tardauan, y que Rozinante ſe daua prieſſa por llegar â la caualleriza, ſe llegò a la puerta de la venta, y vio a las dos diſtraydas moças que alli eſtauan, que a el le parecieron dos hermoſas donzellas, ò dos gracioſas damas, que delante de la puerta del caſtillo ſe eſtauan ſolazando. En eſto ſucedio a caſo, que vn porquero que andaua recogiendo de vnos raſtrojos vna manada de puercos (que ſin perdon aſsi ſe llaman) tocò vn cuerno, a cuya ſeñal ellos ſe recogen, y al inſtante ſe le repreſentò a don Quixote lo que deſſeaua, que era que algun enano hazia ſeñal de ſu venida, y aſsi con eſtraño contento llegò a la venta, y a las damas. Las quales como vieron venir vn hombre de aquella ſuerte, armado, y con lança, y adarga, llenas de miedo ſe yuan à entrar en la venta: pero don Quixote, coligiendo por ſu huyda ſu miedo, alçandoſe la viſera de papelon, y deſubriendo ſu ſeco y poluoroſo roſtro, con gentil talante, y voz repoſada les dixo: Non fuyan las vueſtras mercedes, nin teman deſaguiſado alguno, ca â la orden de caualleria que profeſſo, non toca, ni atañe fazerle a ninguno, quanto mas a tan altas donzellas como vueſtras preſencias demueſtran. Mirandole las moças, y andauan con los ojos buſcandole el roſtro, que la mala viſera le encubria. Mas como ſe oyeron llamar donzellas, coſa tan fuera de ſu profeſsion, no pudieron tener la riſa, y fue de manera, que don Quixote vino a correrſe, y a dezirles: Bien parece la meſura en las fermoſas, y es mucha ſandez ademas la riſa, que de leue cauſa procede: pero non vos lo digo porque os acuytedes, ni moſtredes mal talante, que el mio non es de al, que de ſeruiros. El lenguage no entendido de las ſeñoras, y el mal talle de nueſtro cauallero acrecentaua en ellas la riſa, y en el el enojo, y paſſara muy adelante, ſi â aquel punto no ſaliera el ventero, hombre que por ſer muy gordo,