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El hombre mediocre

incluida en su volumen sobre el culto de la incompetencia.

Faguet opina que el viejo está desterrado de las mediocracias contemporáneas. Grave error, que sólo prueba su vejez.

Toda democracia es propicia á la mediocridad y enemiga de cualquier excelencia individual; por eso los jóvenes originales no participan del gobierno hasta que hayan perdido su arista propia. La vejez los nivela, rebajándolos hasta los modos de pensar y sentir que son comunes á su grupo social. Por esto las funciones directivas han sido en toda época patrimonio de la edad madura; la «opinión pública» de los pueblos, de las clases ó de los partidos, suele encontrar en los hombres que fueron superiores y empiezan ya á decaer el exponente más inequívoco de su mediocridad. En la juventud, son considerados peligrosos. Mientras el individuo superior piensa con su propia cabeza, no puede pensar con la cabeza de la sociedad.

No hay, pues, la falta de respeto que, en sus vejeces respectivas, señalaron Platón, Aristóteles y Montesquieu, antes que Faguet. Afirmar que por el camino de la vejez se llega á la mediocridad es la aplicación simple de un principio regresivo que rige á todos los organismos vivos y los prepara á la muerte. ¿Por qué extrañarnos de esa decadencia mental si estamos acostumbrados á ver desteñir las hojas y deshojarse los árboles cuando el otoño llega perseguido por el invierno?