Página:El hombre mediocre (1913).pdf/229

Esta página no ha sido corregida
227
El hombre mediocre

prime de seguida el gusto de esas cosas superfluas. Señalemos, también, con la vejez, la hostilidad decidida contra las innovaciones: nuevas formas artísticas, nuevos descubrimientos, nuevas maneras de plantear ó tratar los problemas científicos. El hecho es tan notorio, que no exige pruebas. Ordinariamente, en estética sobre todo, cada generación reniega á la que le sigue. La explicación común de ese «misoneísmo», es la existencia de hábitos intelectuales ya organizados. Ellos serían conmovidos por un contraste violento, si tuvieran una capacidad de emoción ó de pasión. Esto último es lo que falta en los viejos, por apagamiento de la vida afectiva. Agrega Ribot que á esa disolución de los sentimientos superiores sigue la de todos los sentimientos altruístas y la de los egoaltruistas, perdurando hasta el fin los egoístas, cada vez más aislados y predominantes en la personalidad del viejo. Ellos mismos naufragan en la ulterior senilidad.

Los diversos elementos del carácter disuélvense en orden inverso al de su formación. Los que han llegado al fin son menos activos, dejan impresiones poco persistentes, son adventicios, incoordinados. Esto revélase en la regresión de la memoria en los viejos; los fantasmas de las primeras impresiones juveniles siguen rondando en su mente, cuando ya han desaparecido los más cercanos, los del día anterior. La falta de plasticidad hace que los nuevos procesos psíquicos no dejen rastros, ó muy débiles, mientras los antiguos se han