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José Ingenieros

de normalidad. El hombre normal no existe; no puede existir. La humanidad, como todas las especies vivientes, evoluciona sin cesar; sus cambios opéranse desigualmente en numerosos agregados sociales, distintos entre sí. El hombre normal en una sociedad no lo es en otra; el de ha mil años no lo sería hoy, ni en el porvenir.

Morel se equivocaba, por olvidar eso, al concebirlo como un ejemplar de la "edición princeps" de la Humanidad, lanzada a la circulación por el Supremo Hacedor.

Partiendo de esa premisa definía la degeneración, en todas sus formas, como una divergencia patológica del perfecto ejemplar originario. De eso al culto por el hombre primitivo había un paso; alejáronse, felizmente, del tal prejuicio los antropólogos contemporáneos. El hombre — decimos ahora es un animal que evoluciona en las más recientes edades geológicas del planeta; no fué perfecto en su origen, ni consiste su perfección en volver a sus formas ancestrales, surgidas de la animalidad simiesca. De no creerlo así, renovaríamos las divertidísimas leyendas del ángel caído, del árbol del bien y del mal, de la tentadora serpiente, de la manzana aceptada por Adán y del paraíso perdido...

Quetelet pretendió formular una doctrina antropológica o social acerca del Hombre medio: su ensayo es una inquisición estadística, complicada por inocentes aplicaciones del abusado in medio stat virtus. No incurriremos en el yerro de admitir que los hombres mediocres pueden reconocerse por atributos físicos o morales que representen un término medio de los observados en la especie humana. En ese sentido sería un producto abstracto, sin corresponder a ningún individuo de existencia real.

El concepto de la normalidad humana sólo podría ser relativo a determinado ambiente social; ¿serían normales los que mejor "marcan el paso", los que se alinean con más exactitud en las filas de un convencionalismo social?

En este sentido, hombre normal no sería sinónimo de hombre equilibrado, sino de hombre domesticado; la pasividad no es un equilibrio, no es complicada resultante de energías, sino su ausencia. ¿Cómo confundir a los gran-