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El hombre mediocre

cómplices de los intereses creados, dóciles, maleables, solidarios, uniformes en la común mediocridad. Las fuerzas conservadoras que componen el subsuelo social pretenden amalgamar a los individuos decapitándolos: detestan las diferencias, aborrecen las excepciones, anatematizan al que se aparta en busca de su propia personalidad. El original, el imaginativo, el creador, no teme sus odios: los desafía, aun sabiéndolos terribles porque son irresponsables. Por eso todo idealista es una viviente afirmación de individualismo, aunque persiga una quimera social: puede vivir para los demás, nunca de los demás. Su independencia es una reacción hostil a todos los dogmatismos. Concibiéndose incesantemente perfectibles, los temperamentos idealistas quieren decir en todos los momentos de su vida, como Quijote:

"yo sé quién soy". Viven animados de este afán afirmativo.

En sus ideales cifran su ventura suprema y su perpetua desdicha. En ellos caldean la pasión que anima su fe; ésta, al estrellarse contra la reali social, puede parecer desprecio, aislamiento misantropía: la clásica "torre de marfil" reprochada a cuantos se erizan al contacto de los obtusos.

Diríase que de ellos dejó escrita una eterna imagen Teresa de Avila: "Gusanos de seda somos, gusanillos que hilamos la seda de nuestras vidas y en el capullito de la seda nos encerramos para que el gusano muera y del capullo salga volando la mariposa".

Todo idealismo es exagerado, necesita serlo. Y debe ser cálido su idioma, como si desbordara la personalidad sobre lo impersonal; el pensamiento sin calor es muerto, frío, carece de estilo, ro tiene firma. Jamás fueron tibios los genios, los santos y los hérces. Para crear una partícula de Verdad, de Virtud o de Belleza, requiérese un esfuerzo original y violenc na alguna rutina o prejuicio; como para dar una lecci'n de dignidad hay que desgoznar algún servilismo. Todo id al es, instintivamente, extremo—o: debe serlo a sabiendas, si es menester, pues pronto se rebaja al refractarse en la mediocridad de los más. Frente a los hi-