Página:El gallo de Sócrates (Colección de Cuentos).djvu/77

Esta página ha sido corregida
— 73 —

ser ó no ser... y esta harmonía que deseo entre mi anhelo y el orden de las cosas no es contingente.

—Vamos,—dijo Suárez,—eso es la filosofía, más ó menos ecléctica, del voto.

—Si; yo hago votos. Y no me avergüenzo. Algunas veces me han servido para salir menos mal de situaciones difíciles. Oye un ejemplo... del que no he hablado nunca á nadie... ¿Te acuerdas del naufragio de aquel drama histórico mío, que tú me hiciste llevar al teatro?

—¡Pues no he de acordarme!...

—¿Y no te acuerdas de que yo estuve aquella noche bastante sereno, con gran asombro tuyo?

—Sí, hombre; y por cierto que no pude explicarme nunca...

—Pues vas á explicártelo ahora. Por aquellos días, yo tenía á mi único hijo, de seis años, enfermo de algún cuidado, fuera de Madrid, en una aldea del Norte, adonde le había llevado su madre por consejo del médico. Yo me fuí con ellos. Mi drama se ensayó, como recordarás, durante mi ausencia. Me llamaban desde Madrid, pero yo no quería separarme de mi hijo. El médico del pueblo, hombre discretísimo, me aseguró que la enfermedad de mi hijo no ofrecía peligro, y que de fijo sería larga; que en aquellos ocho días que yo necesitaba para ir y volver, nada de particular podría pasar. Mi mujer apoyaba al médico; lo mismo los demás parientes y los amigos; vosotros desde Madrid me apurábais encareciendo la necesidad de mi presencia... Dejé á mi hijo; pero es claro que de él tenía noticia