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cuando en fin, era ya una maza de Fraga de todo sospechoso de relajamiento en materia de fé, moral ó disciplina, se consideró, y le consideraron los suyos, en punto de caramelo para entrar en el sacerdocio de una religión de paz y misericordia, por los pasos contados del derecho canónico.

Pero quiso Dios, ó quien fuera que illo tempore, por aquel tiempo, heredara una prima de Facundo un fortunón en prados y vacas de leche. ¡Leche para la Nata!—No había más que hablar. El matrimonio también era un sacramento. El caso era no ir á la cópula por concupiscencia, sino para procreación y educación de los hijos y mútuo auxilio de los cónyuges.

Facundo puso el cerco á la plaza y la tomó, por el valor del propio mérito plástico, en parte, y con la ayuda de dos párrocos, un coadjutor y un cabecilla carlista. Estas influencias consiguieron que Facundo pudiera criar hijos para el cielo y miles de vacas para las primeras materias de la Nata.

¡Cuánta leche!

gu«Lacteos, virgineos candores
gusto Bernardo ¡oh portento!
ya no es extraño lo dulce,
pues tan melífluo fué el premio».


Así dice una cuarteta, inscripción de una iglesia de Madrid, aludiendo á la Virgen María y á San