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que le sorprendió la muerte, hace miles de años... ¡leyendo á Víctor Hugo!
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Cuando salí, en el recibimiento, la sonrisa triste y benévola de Antonia me repitió, á su modo, cuanto su amo acababa de decirme.
En rigor, todo lo que me dijo X no fué más que cuanto yo había adivinado la tarde anterior hablando con su ama de llaves.
Con otro estilo y otra erudición, como X decía, las mismas tristezas.
✳ FIN ✳