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XIII
La fantasía de un
Delegado de Hacienda
Don Sinibaldo de Rentería había llegado por sus pasos contados, y sin deber los ascensos á intrigas ni aldabas, á ocupar el puesto de jefe en las oficinas de Hacienda en una provincia de primera clase. No había mejor empleado en el ramo, y nada tenía que ver con su aptitud para el cargo la acalorada fantasía que Dios le había concedido. Dividía la vida en dos partes: de un lado los expedientes con