Página:El gallo de Sócrates (Colección de Cuentos).djvu/122

Esta página ha sido corregida
— 118 —

que si mucho. Bien venidos sean esos nuevos cristrianos, si vienen solos, es decir, si no vienen con el diablo de la hipocresía ó de la vanidad. Me temo, sin embargo, que esa ola favorable pasará, que la barca, que ustedes saben, seguirá luchando con las tempestades del mundo... Como quiera que sea, yo siempre tendré sabido que para Dios no hay evoluciones ni progresos; su gloria es eterna... et nunc et semper. Perseguidos ó respetados, nosotros siempre los mismos.

Y poniéndose en pie, terminó diciendo:

—Quien ve mi sombrero me ve á mí. Según mi razón escogí este chisme, según mi fe y mi conciencia seguí la bandera de Jesús, y aunque hay muchas cosas que cambian y mejoran, no pueden variar las condiciones principales que debe tener un sombrero de copa alta, ni puede haber moda que eclipse la gloria de Cristo. ¡Ay del que le siga mirando si muchos ó pocos le acompañan! A la moda, señores, en conclusión, le pasa lo que á la Academia, según la célebre sentencia de un crítico agudo: la moda es también una autoridad... cuando tiene razón.

Hubo un momento de silencio.

El amo de la casa se atrevió á romperlo, exclamando.

—Usted saca el Cristo, señor Cura, y eso no vale. Dejemos las cosas de tejas arriba; en este bajo mundo...

—¿Negará usted que la evolución es una ley universal demostrada hasta la saciedad?