ministro del Interior), del doctor Juárez Celman y muchos otros fueron eliminados. Adopté los de personalidades que gozan ya de la consagración de la Historia: San Martín, Belgrano, Moreno, Pueyrredón y Rivadavia. Los grabados fueron esmeradamente dirigidos, como medio de educación cívica y artística para las masas. La dirección de Correos y Telégrafos, que está á cargo de persona excelente y animada de las mejores intenciones, ha incurrido, sin embargo, en un error sobre este punto. Hay en nuestro país una escuela que proclama hace años que el culto de los grandes hombres es un fetiquismo, y las gloria de ciertos proceres argentinos inmerecida. El director de Correos y Telégrafos, no llega tan lejos en sus juicios; sin embargo, los actos revelan su opinión de que no es propio de un pueblo libre habituar á las masas á rendir culto á los grandes muertos.
El resultado de esta doctrina extraviada ha producido la eliminación del retrato de los proceres de los timbres postales y la adopción de un modelo, en todo sentido desgraciado. Es una imitación vulgar, sin arte y sin vida, mal grabada é impresa sin nitidez, de la efigie de la República Francesa, complementada con el remedo del escudo argentino oficialmente alterado. Tal blasón tiene, en efecto, la forma de un escudo sannítico del siglo XVI, las manos rectas, curva la línea divisoria de los cuarteles y blanca faja en el centro. La mujer, efigie del hastío, que supongo representa la República, se apoya irreverentemente en el blasón, como en el brazo de un banco de playa de mar. Los timbres del telégrafo traen el sello arbitrario de 1822.
El Papel sellado ofrece creaciones peregrinas. De 1880 á 1890 ostentaba dos escudos: el sello de Rivadavia en el centro de la foja en letras á la aguada y otro con guardas inoportunas y yerros en el dibujo estampado en la parte superior. No solamente varían los escudos en la misma hoja: las diferentes emisiones de papel, sellado según los usos, lo traen en formas más ó menos audazmente alteradas.