Página:El dios implacable - Kuprin (1919).pdf/82

Esta página no ha sido corregida
78
 

ra que Kvachnin se apresurara a realizarle. Una vez, Maka, sin darse cuenta, dijo que le gustaría montar en bicicleta, y al día siguiente un enviado especial de Kvachnin trajo de Jarkov una hermosa bicicleta, que debió costarle por lo menos trescientos rublos. Otro día hizo por broma una apuesta con Beta, y le compró un pud (1) de bombones. Otra vez regaló a Kasia un broche de piedras preciosas. Habiendo sabido otro día que a Nina la gustaba montar a caballo, le regaló una magnífica jaca inglesa, amaestrada especialmente para señoras.

Las señoritas estaban encantadas. Se diría que un ángel bueno se había instalado en su casa, adivinando y realizando inmediatamente sus menores caprichos. La señora Zinenko sentía vagamente que no convenía mucho a una familia respetable aprovecharse de la generosidad de Kvachnin, pero no tenía valor ni tacto para dárselo a entender. Cuando protestaba humildemente, con su voz meliflua, contra la generosidad del nuevo amigo, éste le cortaba la palabra.

—¡Vamos, querida señora! ¡Esas son bagatelas! ¡No vale la pena hablar de ello!

Aparentemente, no manifestaba preferencia por ninguna de las señoritas; era igualmente amable para todas, permitiéndose tratarlas a todas sin cumplimientos ni reparos. Los jóvenes que visitaban antes la casa, habían desaparecido por (1) 15 kilogramos.