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A fe mía, no sé qué contarle. Es muy difícil hablar a la voz de mando. He pensado algunas veces que quizá haya una colección especial de cuentos para las muchachas.

¡Vamos, que está usted imposible! Dígame, le sucede a usted alguna vez estar de buen humor?

—Dígame usted a su vez, ¿por qué le tiene tanto miedo al silencio? Cuando la conversación se acaba, se siente usted disgustada. Se puede estar en comunión de ideas, no obstante guardar silencio.

—Entonces, callémonos.

—Si usted quiere... ¡La luna roja cuelga del cielo obre nosotros! Todo calla a nuestr alrededor... ¿Qué más necesita usted?...

—Sí, sí, lo mismo que en Puschkin: "Aquella luna estúpida en aquel cielo estúpido..." A propósito. Sabe usted que 'Zinochka Markova se casa con Protopopov? ¡Es gracioso ese Protopopov! Zinochka le respondió tres veces seguidas con una negativa rotunda, pero él no se desanimó y pidió su mano por cuarta vez. Lo tendrá que sentir: dice Zinochka que quizá llegue a estimarle, pero que no le amará jamás!

Bobrov, oyendo a Nina, experimentaba una profunda amargura. Detestaba aquel léxico insulso, tan corriente en la familia: "ella le ama, pero no le estima"; "ella le estima, pero no le ama". Con estas expresiones triviales se explicaban en aquella casa las relaciones tan complica-