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otoño a Petersburgo. Era un pobre empleado del Estado... He olvidado su nombre. Tenía un pleito por no sé qué herencia. Todas las mañanas, al vólver del Tribunal, pasaba por el Parque de Verano, y se estaba allí un cuarto de hora, sentado en un banco. Así pasaron los días.

Pronto notó que un señor muy gordo paseaba por el Parque al mismo tiempo que él. Trabaron conocimiento. El señor gordo, que no era otro que Kvachnin, preguntó al joven los detalles de su pleito, manifestó por él un vivo interés y le compadeció de todo corazón; pero no le dijo su verdadero nombre. Ahora bien, un día le hizo la proposición siguiente: "¿ Quiere usted casarse con una muchacha, a condición de separarse de ella inmediatamente después de la boda y no intentar volverla a ver?" Hay que decir que el joven estaba muerto de hambre. "Sí que quiero, dijo, si me pagan bien y me dan el dinero adelantado." Como ve usted, no era tonto. El trato quedó hecho. A la semana siguiente, Kvachnin vistió al joven con un traje negro y, al romper el alba, le condujo en coche a un sitio fuera de la ciudad, a una pequeña iglesia rural. Allí no había nadie más que la novia. Su rostro estaba cubierto con un velo, pero se veía bien que era joven y bella. El cura dió principio a la ceremonia. El joven notó que la novia estaba muy triste, y le preguntó en voz baja: "Parece que no viene usted aquí de buena gana?" Ella le preguntó a su vez: "Parece que usted tampoco?" Al fin, se EL DIOS 2