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184 vez, dejando al pretendido loco sólo en el departamento, abusaron un poco del rom y decidieron continuar la comedia; habiendo perdido el tren, telegrafiaron inmediatamente a la estación siguiente: "Hemos perdido tren; quedamos Kivoretchky. Vigilad enfermo." Butinsky encendió un cigarro, y tras una breve pausa continuó:

—Naturalmente, esta broma fué harto pesada.

Pero sabe usted quién perdió completamente a ese pobre hombre? El director de la fábrica "Herederos de Karl Wundt y C.". Cuando se le preguntó si había notado alguna vez algo anormal en la conducta de su antiguo ingeniero, respondió sin la menor vacilación, de modo afirmativo: "Sí, le consideré siempre como un anormal. Sobre todo en los últimos tiempos, daba pruebas irrefutables de locura." Creo que el director quiso, sencillamente, vengarse de su antiguo empleado.

—Pero, siendo así—exclamó muy emocionado; si usted sabe todo eso, ¿por qué retener aquí a ese pobre desgraciado? ¡Libértele usted, y si no puede hacerlo por sí mismo, haga lo posible por poner fin a esta injusticia indignante!

El doctor se encogió de hombros.

—No ha leído usted las últimas líneas de su manuscrito? El régimen estúpido de nuestra clínica ha hecho lo suyo: hace un año que ese hombre está reconocido como incurable. Primero, fué la manía persecutoria... ahora, ha caído en el crétinismo.