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le conocen y se interesan vivamente por usted.

Yo, por ejemplo... ¿No se acuerda usted de mí?

"Me tomaba de antemano por loco. Yo tuve deseos de decirle que se engañaba cruelmente, pero no lo hice; comprendí bien que cada una de mis frases, un poco vivas, serían consideradas como una prueba irrefutable de locura. Y preferí guardar silencio.

"Luego el director me preguntó mi nombre y apellido, edad, profesión, nombres de mis padres, etcétera. A todas estas preguntas di respuestas breves y precisas.

"—¿Hace mucho tiempo que se siente usted enfermo?—me preguntó de pronto.

"Respondí que no me sentía enfermo y que gozaba de una excelente salud.

"Sí, naturalmente—dijo él. No hablo de ninguna enfermedad grave, sino... Dígame, ¿hace mucho tiempo que sufre usted dolores de cabeza, insomnios? No tiene usted alucinaciones? ¿ Vértigos? ¿Estremecimientos nerviosos?

"—Al contrario, señor doctor, no sé lo que es tener un dolor de cabeza, y duermo siempre admirablemente. Unicamente la noche última dormí muy mal.

"Eso ya lo sabemos—dijo tranquilamente el director. Ahora, ¿no podría usted contarme detalladamente lo que hizo desde que sus compañeros de viaje, habiendo perdido el tren en la estación de Kriovoretchi, le dejaron sólo en el coche?

¿Por qué atacó usted al conductor? ¿Y por qué