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tranquilo, pero ahora empieza a manifestar cierta nerviosidad; así, pues, por la seguridad de los demás viajeros, mejor sería aislarle." "Todos estuvimos de acuerdo en que este proyecto era muy sencillo y muy práctico, pero nadie quiso aceptar el papel de loco. Entonces, el comerciante halló una solución que nos pareció muy buena.

"¡Echemos a suertes!—dijo.

"Yo era el de más edad y debía ser más prudente que ellos. Sin embargo, tomé parte en aquel estúpido juego. El comerciante hizo un nudo en una punta de su pañuelo, escondió las cuatro puntas en el puño y procedimos a tirar. Y, naturalmente, fuí yo el que sacó el nudo.

"La comedia con el jefe de tren salió muy bien..

Inmediatamente nos acomodó en un departamento aislado.

"A veces, cuando el tren se detenía en una estación, nuevos viajeros buscaban asiento apresuradamente, e insistían con el conductor para que les abriera la puerta de nuestro departamento.

"Ahí hay dos sitios—decían—. ¡Abra usted en seguida!" "Perdonen ustedes—respondía el conductor bajando la voz—, pero no estarían ustedes bien ahí... Va un enfermo... un loco... Los viajeros no insistían y se alejaban precipitadamente de nuestro departamento.

"Nuestro plan se realizó muy bien y estábamos muy contentos. Después de habernos reído mucho de la aventura, nos tendimos en los bancos, y a los