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nov. ¿Qué importa la causa, puesto que el resultado es éste? Mi caída es una tragedia. Mírame bien: yo estaba en la cúspide de la gloria, y ahora... perezco en este rincón indecente y hago el payaso en las tabernas por una copa de "vodka"... ¡Me da a veces una vergüenza de mí mismo!... Esto se ha acabado. En diciembre tendré sesenta y cinco años, ¡sesenta y cinco años! Ya es algo. A esta edad, no se puede esperar nada.

¡Sesenta y cinco años! ¡Se acabó, sí, se acabó!

De pronto se echó a llorar; los sollozos sacudían todo su cuerpo.

¡Sesenta y cinco años! ¡Ya soy un viejo, un patriarca, y, sin embargo..., no tengo a nadie en el mundo..., ni familia, ni parientes, ni amigos...

. Sus nervios estaban cada vez más tensos.

Sollozaba con creciente desolación, dándose puñetazos en el pecho y sacudiendo el cuerpo sobre la cama, como un hombre aquejado de insoportable dolor de muelas.

— Quieres que te lo confiese ?—decía—. Ahora tengo los ideales de un sencillo burgués. Daría todo lo que me resta de vida por un poco de existencia apacible, serena, tranquila. A veces, cuando paseo de noche por las calles, miro las ventanas iluminadas, y al ver las sencillas habitaciones arregladas, con un samovar en la mesa y una lámpara pendiente del techo, la familia reunida alrededor, los viejos, los jóvenes, los niños, me dan ganas de llorar. ¡Dios mío, qué feliz sería yo