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en cada uno de tus movimientos, se advierte tu estulticia. Eres más estúpido que cobarde, y más cobarde que estúpido! Tu mismo seudónimo escénico revela tu nulidad y tu desvergüenza. ¡LidinBaydárov! ¡Eso es darse tono! Y la verdad es que eres sencillamente un burguesillo de mala muerte, oriundo de una población oscura y sucia y te llamas Movscha Rosentul. Tu padre era un prendero de viejo, y tú heredaste su mentalidad, su espíritu y sus gustos.

— Borracho, escandaloso!

—Borracho? ¡Quizás! Sí, lo confieso: Slavianov—Raysky fué siempre un borracho. Bebía demasiado, daba escándalos, pegaba a los admi nistradores y a los sastres, a los directores de teatros, a los periodistas, a todos los marranos y a quienes detestaba y odiaba. Y, sin embargo, ninguno de ellos guarda mala memoria de mí. ¡Sí, viejo crápula! ¡Nadie, nadie! Por el contrario, todo el mundo se acuerda de mis larguezas, de mi generosidad. He ganado centenares de miles de rublos, pero ¿dónde ha ido a parar ese dinero? A ningún pobre diablo, a ningún humilde actor le he negado jamás mi auxilio. Músicos, vagabundos, acróbatas de plazuela, atletas de feria, eran siempre mis amigos. ¡Y cuánta gente ha abusado de mi largueza! ¡Sí, viejo cocodrilo, tienes razón, yo era un borracho!... Pregunta a Stakanich, que me conoce hace quince años. ¿Es verdad lo que digo, Stakanich?

Stakanich, que estaba absorto en la fabricación