Página:El dios implacable - Kuprin (1919).pdf/151

Esta página no ha sido corregida
147
 

do lo que le digo... Pues bien, yo enseñé a aquel cocinero a preparar una ensalada especial. La ensalada figuró en el menú con el nombre de "Ensalada Lidin—Baydárov". ¡Ay, amigos míos, aquello sí que era delicioso! Setas saladas, rebanaditas de manzana de Crimea, tomate, un poquito de cebolla, patatas cocidas, remolacha y cohombros. Se mezcla todo, se pone sal, se echa un poco de pimienta, vinagre y aceite y se espolvorea con azúcar. Con la ensalada se sirve tocino derretido... Comprendéis?... Todo caliente, hirviendo. ¡Una cosa admirable!

Cerró los ojos y chascó la lengua.

—¡Vamos a ver, Stakanich, danos a probar esa que has preparado tú!

El "Abuelo" se negó a sentarse a la mesa. Mijalenko se creyó obligado a decirle también algo desagradable.

—¿Qué hay, "Abuelo"? ¿Te preparas para morir? ¡Ya es hora, viejo mío! Hueles a sepultura; te esperan allá, en el otro mundo...

El "Abuelo" le dirigió una mirada distraída, como a un mueble, y dijo con voz tranquila:

—¡Vaya un hombre antipático!...

Terminada la comida, y estando Tijon ocupado en quitar la mesa, el "Abuelo" le llamó con la mano:

—Di, Tijon, ¿no ha preguntado nadie por mí?

—¿Dónde ?—dijo Tijon extrañado.

—Aquí. No ha venido nadie a verme?... ¿Una señora ?...