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lo era el único que había gozado con anterioridad de una grande y brillante reputación. Durante siete años su nombre, que los periódicos estampaban en gruesos caracteres, fué famoso en toda la provincia. Pero al año de retirarse de la escena el viejo actor, olvidáronle por completo el público y la prensa. Sin embargo, sus colegas recordaban siempre los éxitos resonantes de sus orgías, las sumas fantásticas que derrochaba en aquellas cuchipandas famosas y los escándalos que daba en todas partes.

Slavianov—Raysky trataba con altivez a sus compañeros de asilo, les llamaba canallas, y apenas si les dirigía la palabra. Permanecía en la cama días enteros, silencioso, fumando enormes cigarrillos, que se liaba él mismo. veces, levantábase bruscamente, poníase a pasear por el salón, cruzándolo en todas las direcciones, con breves pasos rápidos, manoteaba y gesticulaba enérgicamente balbuceando palabras indignadas.

Frente a su cama, estaba la del "Abuelo", más conocido en el mundo teatral por el apodo que por su verdadero nombre. Hacía tres meses que el "Abuelo" no se levantaba de la cama. Sus largos cabellos, blancos como la nieve, y su camisa blanca, le daban el aspecto de un santo de las estampas. Hablaba muy poco, descansando a cada frase, y tenía una voz sorda y fina, que era más bien un gemido por lo trabajosa. Padecía del corazón y la tos le molestaba mucho. Era viejísimo, probablemente el más viejo de todos los actores EL D108 9