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aquel erotómano tenía una imaginación inagotable.

Al otro lado de la chimenea, más cerca de las ventanas, residía un antiguo apuntador, Iván Stepanovich, viejo calvo, sin dientes, de mejillas arrugadas. En otros tiempos, la gente de teatro le llamaba familiarmente Stakanich (1). Por este sobrenombre conocíanle también en el asilo. Era un hombre dulce, piadoso, muy sordo y, como todos los sordos, muy tímido. Con diaria insistencia Lidin—Baydárov le decía, por divertirse, cosas horrendas en tono serio y grave: y Stakanich, que no oía nada, sonreía con su dulce sonrisa, movía la cabeza expresivamente y daba una respuesta incongruente. El antiguo tenor de opereta se divertía muchísimo y repetía sin cesar esta broma de mal género.

Stepanovich se pasaba el día, desde por la mañana hasta la noche, fabricando cajitas muy complicadas, que hacía con papel de colores, alambre fino y perlas falsas. Una o dos veces al año las enviaba a su hijo Vasia, que desempeñaba papeles insignificantes en teatros de poca monta.

Cuando no fabricaba sus cajitas, se estaba en la cama haciendo solitarios complicados, de los que conocía un número infinito.

En el mismo lado de la sala, aún más cerca de las ventanas, dormía el viejo actor de tragedia Slavianov—Raysky. De los cinco habitantes del asi(1) "Stakan" quiere decir, en ruso, "vaso", con lo que se indica su afición a la bebida.