inovimiento accidental, dió tan grande tambori lada al contrario, que sonó como si la hubiera dado en la tumba de los Castillas. Alborotáronse algunos amigos y conocidos que había en el corro, y sobre el montante del señor Maestro le entraron tirando algunas estocadillas veniales al tal don Cleofás, que con la zapatilla, como con egua bendita, se las quitó, y apelando a su espada y capa, y el Cojuelo a sus muletas, hicieron tanta riza (1) en el montón agavillado, que fué menester echalles un toro para ponellos en paz; tan valiente montante de Sierramorena, que a dios o tres mandobles puso la plaza más despejada que pudieran la guarda tudesca y española, a costa de algunas bragas que hicieron por detrás cíclopes a sus dueños, encaramándose a un tablado don Cleofás y su camarada, muy falsos, a ver la fiesta, haciéndose aire con los sombreros, como si tal no hubiera pasado por ellos; y acechándolos unos alguaciles, porque en estas ocasiones siempre quiebra la soga por lo más forastero, hahiendo dejarretado el toro, llegaron desde la plaza a caballo, diciéndoles:
—Señor Licenciado y señor Cojo, bajen acá, que los llama el señor Corregidor.
Y haciendo don Cleofás y su compañero orejas de mercader, comenzaron los ministros o vaqueros de la justicia a quererlo intentar con las varas, y agarrándose cada uno de la suya, a vara (1) Estrago.