Página:El diablo cojuelo (1919).pdf/107

Esta página no ha sido corregida
105
 

de Alanís y Cazalla, que en aquel lugar nunca lo hay razonable, y algunos mirones, sentados también, y en pie. La mesa sobre que se jugaba era de pino, con tres pies y otro supuesto, que podía pedir limosna como ellos, un candelero de barro con una antorcha de brea, y los naipes con des dedos de moho hacia cecina, de puro manejados de aquellos príncipes, y el barato que se sacaba se iba poniendo sobre el candelero. Y a estotra parte estaba el estrado de las señoras, sobre una estera de esparto, de retorno del ivier10 pasado; tan remendados todos y todas, que parece que les habían cortado de vestir de jaspes de los muladares. Y entrando don Cleofás y su compañero y diciendo una pobra, fué todo uno, "Ya viene el Diablo Cojuelo", alteróse don Cleofás, y dijo a su camarada:

—Juro a Dios que nos han conocido.

—No te sobresaltes—respondió el Diablillo—; que no nos han conocido, ni nos pueden ver, como te previne; que el que ha dicho la pobra que viene es aquel que entra agora, que trae una pierna de palo y una muleta en la mano, y se viene quitando la montera, y entre ellos le liaman el Diablo Cojuelo por mal nombre, que es un bellaco, mal pobre, embustero y ladrón, y estoy harto cansado con él y con ellos porque le llaman así, que es una sátira que me han hecho con esto, y que yo he sentido mucho; pero esta noche pienso que me lo ha de pagar, aunque sea con la mano del gato, como dicen.