Página:El día del juicio (1919).djvu/96

Esta página no ha sido corregida
92
 

nas botas, mientras que ahora... Mire usted estas botas.

—¿Dónde las has cogido?

—Dónde? Para eso hay que conocer nuestro cficio. Cuando se saca agua de un pozo con dos cubos, el uno está lleno, el otro está vacío. Lo mismo pasa en nuestra taberna: cuando yo no tenía botas, Opanas las tenía. Ahora, las botas de Opanas son mías, y él va descalzo. Lo que pierde un tonto lo gana un listo. ¿Ha comprendido usted?

—No del todo; pero empiezo a comprender. Me parece que poco a poco nos vamos acercando al buen camino.

—Eso es! Escúcheme bien, y ya verá usted.

Para mí, si Iankel era sidra, el molinero es cerveza; pero si usted me ofrece un buen vaso de "vodka", renunciaré a la misma cerveza.

El diablo, contento, se puso a menear la cola de tal modo, que Iarko se dió cuenta de ello. Lanzó una nube de humo a la cara del diablo, y, como por casualidad, puso sus pies en la punta de la cola. El diablo dió un respingo y empezó a aullar de dolor, como un perro apaleado. Los dos se quedaron espantados, y con los ojos muy abiertos se miraron el uno al otro durante más de un minuto, sin pronunciar una sola palabra.

Por fin, Iarko silbó de un modo significativo, y dijo:

—¡Toma, toma! ¡Vaya un negocio chusco!

—Sí, ya lo ves!