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.83 gritos de espanto al ver a aquel galán desconocido.

—¿Quién es ese hombre?—preguntó una.

—Debe ser el molinero—respondió otra.

—No; no se le parece.

—¿Será quizá Gavrilo?

—No; está demasiado bien vestido.

—Eh, tú!, ¿quién eres?—gritó al diablo una viuda joven, más valiente que las demás.

El diablo saludó con mucha galantería; luego se acercó a ellas, muy cortés.

—¡No temáis nada, hermosas mías!—dijo—.

Soy un buen hombre, y no os haré ningún daño.

Las jóvenes y las muchachas se daban unas a otras con el codo; avanzaron tímidamente por la presa, y pronto rodearon al diablo por todos lados. A los pocos instantes no quedaba ya nada de su timidez. Examinaban con curiosidad, sin comedimiento al diablo, cambiando risas y exclamaciones; algunas, hasta le daban con el codo.. El diablo no se sentía muy a gusto.

El molinero, que observaba esta escena desde su escondite, estaba muy contento de ver al diablo en aquella situación embarazosa.

¡Así, así, ricas mías!—pensaba—. Apuradle de tal modo que tenga que escapar. Entoncesquizá me deje tranquilo. Si no, estoy perdido.

Pero una de las mujeres llamó al orden a sus compañeras.

—¡Vamos, dejad en paz al pobre muchacho!

Miradle: está confuso. v no sabe dónde meter la