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molinero no tuvo piedad de ti; pero en cuanto a las otras cosas, hay que probarlas, preguntar a la gente... Quizá le calumnias al afirmar que se ha hecho dueño de la taberna...

"Y aun de dos tabernas!"'—se dijo el molinero, rascándose la cabeza malhumorado—. No debiera haberme dado tanta prisa: hubiera sido mejor esperar un año, y entonces Iankel hubiera perdido su apuesta. Ahora veo que esto se pone malo para mí.

Lanzó una mirada a su molino... ¡Si pudiera escaparse en dirección de la aldea! Pero, en este instante, del lado del bosque, detrás de la presa, se oyeron pasos. Alguien se acercaba balbuceando algo.

Iankel cogió su fardo, se lo echó al hombro y corrió al matorral a todo escape. El molinero apenas si tuvo tiempo para ocultarse detrás de un grueso árbol. Un minuto después el judío y el diablo estaban allí ya. Al otro lado apareció Gavrilo. Su chaqueta desgarrada le colgaba de un hombro solamente, su gorra iba mal ajustada, sus piernas éstaban en pleno desacuerdo: cuando una quería ir hacia la derecha, la otra tomaba el camino de la izquierda. Estaba visiblemente borracho y se tambaleaba tanto, que muchas veces parecía a punto de caer. Avanzaba lentamente, luchando sin cesar contra obstáculos invisibles.

El diablo, viendo que el buen hombre estaba como una uva, se presentó ante él en su aspecto