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¡Claro que sí! Le encontré cuando volvía de la ciudad.. Después de algunos preliminares, le dije:

"Nuestro molinero y su hija de usted harían una buena pareja." —¿Y él?

—“No—me respondió—, no es bastante rico para casarse con mi hija. Sería demasiado honor para él." —Y tú ¿qué es lo que le respo stė?

—Yo le dije: "Probablemente usted no sabe todavía que el diablo se llevó a nuestro judío lankel." —Y entonces, ¿qué dijo?

—Entonces el viejo Makogon dijo: "Sí, eso es verdad; la situación cambia. Si no hay judío en la aldea,, tu molinero puede ser algo..." —Pues bien, pongamos que Makogon consiente en darme su hija; todavía queda otra cuestión:

¿querrá Galia tomar por marido a mi ayudante?

—Cuando se vea expulsada con su madre de su casa se pondrá muy contenta de poder vivir en el molino.

—Eso es verdad...

Y el molinero, perplejo, se rascó la cabeza.

IX

Pasaron los días, las semanas y los meses.

Pasó el otoño y llegó el invierno; después vinieron la primavera y el verano, y tras ellos un nuevo otoño.